Ahí va el cuello, nos centramos en esa parte corporal, ese trocito de anatomía que puede hacerte caer en el peor de los infiernos. ¡Venga Juan, no seas exagerado! Es lo dicen todos los que no saben que significa sustentar con dolor esos 7 u 8 kilos de cabecita las horas que no duerme. Para quien padece de dolor cervical, la noche es el peor de los momentos. ¿Y sabes cual es el máximo enemigo? Les doy una pista: puede ser suave, puede ser dura, puede ser hasta de plumas. ¿Ya has caído? Más pistas: la reina de Reino Unido se la lleva siempre en una maleta cuando viaja, y mi mujer también. Efectivamente, la almohada. ¿Acaso habías pensado que era una simple coincidencia que tú que si padeces de dolor cervical empeores cada vez que duermes en una cama ajena? Eso no es una coincidencia. Eso solo tiene un culpable y se llama AL–MO– HA-DA. ¿Sabes qué esa almohada debe ser distinta en función de tu forma de dormir? Si duermes boca arriba debes tener un grosor bajo y adaptarse perfectamente a la curvatura de tu cuello. Si duermes de lado o sea de cubito lateral la almohada debe de tener un grosor más elevado. Tiene que ser suficientemente firme para mantener una buena relación entre el cuello y la almohada.

Arena de playa: Hablaré del ruido que hace el cuello de algunas personas. Cuando gira o doblan o estiran, oyen atrás una vibración y un ruido. Ese ruido se propaga a través de los huesos de su propio cráneo. Es el ruido de la artrosis incipiente. Ruido a arena de playa.

JUAN BÁEZ